Mitos y verdades de vivir a bordo: lo que nadie te dice (pero yo sí)
Cuando contás que trabajás en cruceros, las reacciones son siempre las mismas: ojos como platos, sonrisas curiosas y una ráfaga de preguntas. Después de años navegando y de escuchar cientos de historias (y otras tantas suposiciones), llega la hora de separar la realidad de la fantasía. Vamos al grano.
Mito 1: "Trabajás un montón, como un esclavo."
Verdad: Sí y no. El horario ronda las 8 a 10 horas diarias. En días o puertos especiales, puede estirarse a 11. Pero la clave no son solo las horas; es la intensidad emocional. No es sólo trabajo físico; es estar activo, empático y "encendido" constantemente, incluso cuando no tenés ganas. Eso cansa más que cualquier turno largo.
Mito 2: "Vivís amontonado como sardina en lata."
Verdad: Ni tan tan. Hay cabinas individuales (tu santuario personal de 8-10 m²) y compartidas (más grandes, para 2, 4 o hasta 6 personas). El 90% de tus compañeros saben que están en la misma y se comportan. Siempre hay algún caso de "el que deja la ropa tirada", pero son la excepción, no la regla. Se aprende a convivir.
Mito 3: "No te bajás nunca, sos un esclavo del barco."
Verdad: ¡Falso! Yo bajaba en casi todos los puertos. Terminaba más cansado que si me quedaba durmiendo la siesta (que es un placer divino), pero podés y deberías bajar. La contradicción es feliz: volvés agotado, pero con una foto en un lugar donde nunca imaginaste estar (¡hola, Islas Vírgenes!). Requiere organización, pero vale cada paso en tierra.
Mito 4: "Para la compañía sos solo un número."
Verdad: Sí, en una estructura multinacional gigante, lo sos. Pero (y este es un gran pero), tu jefe, supervisor y manager están en la misma que vos. Están lejos de casa, viven a bordo y cumplen un contrato. Para ellos, para tu equipo que se convierte en tu familia, y para los huéspedes a los que ayudaste, vos no sos un número. Sos la persona que compartió un viaje único con ellos.
Mito 5: "Es el trabajo de mis sueños."
Verdad: Depende. Para mí es un trampolín excepcional, no un sueño eterno. Te abre puertas que sí son un sueño: aprendés inglés fluido sin darte cuenta, desarrollás habilidades blandas que en tierra tardarías años en adquirir y construís una red internacional. Después de un contrato, tu CV pesa el doble. Es una inversión brutal en tu futuro profesional.
Mito 6: "La comida es mala y repetitiva."
Verdad: La comida es muy buena y variada (buffet con opciones para todos). El "problema" es el ciclo. Los primeros meses: "¡Qué increíble, como lo que quiero!". Para el mes 4: "Mm, está bueno". Para el mes 6: "Por favor, que no me vuelvan a servir ese pollo asado". Secreto de tripulante: Podés proponer días especiales. Una vez organizamos un "Día de la Independencia Argentina" y los chefs indios nos hicieron milanesas con puré y flan con dulce de leche que sabían a gloria. ¡Funciona!
Mito 7: "No podés tener relaciones, es todo profesional."
Verdad: ¡Todo lo contrario! Entre tripulantes está todo permitido. Mi actual pareja, Bárbara (la que tal vez te respondió los mails), la conocí a bordo. Las relaciones son intensas porque vivís y trabajás 24/7 con esa persona. También pueden ser más frágiles (hay presión, fatiga), pero son profundas y únicas. Compartís algo que en tierra es difícil de igualar.
La verdad universal que cierra todo:
Trabajar en cruceros no es para todos, pero para quien encaja, transforma vidas. No es perfecto, no es fácil, pero te hace crecer de maneras que nunca imaginaste. Cuando volvés a tierra, no sos el mismo nunca más. El mar te marca, pero con huellas que valen cada ola.
El mito más peligroso es creer que sabés cómo es sin haberlo vivido.
El mar, siempre, guarda las mejores sorpresas.
Un abrazo,
Juan.
